lunes, 29 de septiembre de 2008

En Homenaje al Padre Antonio San Cristóbal

Sólo unas líneas para alguien a quien conocí hace 34 años.

En pocas ocasiones uno se topa con personajes como el Padre San Cristobal, con esa capacidad de trabajo intenso. Pero no es únicamente la intensidad del trabajo sino su importancia, trascendencia y profundidad con que tocaba el tema que atendía en ese momento. Debo recordar que el Padre San Cristobal escribió libros y artículos de Filosofía, de Filosofía de la Historia, de Teología y de Educación.
No he comentado lo que se puede considerar su Opus Magna, cual es todo lo escrito, publicado y por publicar, que ha dejado en el campo de la Arquitectura Virreinal y su trabajo eficiente y pulquérrimo en archivos y fotografías. Pero, nada de eso hubiese sido posible si todo aquello no hubiese existido, ya, más. Es decir, si los monumentos, como la iglesia de Luren, la Compañía de Pisco, y otras demolidas sin criterios técnicos, sin intentar apuntalarlas, no hubiesen existido.

Démonos cuenta de lo que significa la MEMORIA en arquitectura y en la sociedad. No se trata, sólo, de alimentar rencores y deseos de venganza por atrocidades de guerra. No se trata sólo de hacer "purisimitas, cruces y Mea Culpas" por la muerte de alguien de la enorme talla del Padre Antonio San Cristobal que trabajó por dejarnos algo de esa memoria que es más importante que las anteriores, aquella que nos da identidad, la que nos debiera llenar de orgullo, pero sobre todo la que podría permitirnos no doblegarnos, ni inclinar la cerviz ante un Poder económico tan ramplón, pedestre, rastrero y obvio como el que, envuelto en un halo de religiosidad conservadora, por un lado y de erudición pedante, por otro pretende destruir nuestra identidad para consolidar sus fortunas y poder.

Si permitiésemos que documentos de los archivos, al igual que los monumentos, desaparezcan, éste podría ser el último gran hombre que enterremos y que haya trabajado nuestro pasado patrimonial. Que, aún siendo extranjero, luchó contra la barbarie de nuestro país, que destruye la herencia más importante que los antepasados pueden dejar a sus descendientes, el orgullo de ser quienes somos.

Arq. Juan De Orellana Rojas

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