Por Simon Romero
NEW YORK TIMES
Cusco, Perú, 8 de diciembre del 2008
Desde las postales luciendo su imagen de mosquetero, con sombrero tipo fedora hasta el lujoso tren engalanado con su nombre que corre al pie del reducto montañoso de Machu Picchu, son omnipresentes los recordatorios de Hiram Bingham III el explorador de la Universidad de Yale reconocido siempre por revelar al mundo exterior la llamada Ciudad Perdida de los Incas hace casi un siglo. Pero en los últimos meses, una confluencia de eventos contradictorios amenaza con terminar abruptamente con el legado de Bingham, el ostensible modelo para Indiana Jones. El Perú amenaza con iniciar acciones legales contra Yale para recuperar miles de artefactos retirados por Bingham. Han surgido evidencias que un explorador alemán pudo haber llegado primero. Y se ha estado armando una disputa sobre quien era el propietario del sitio cuando fue supuestamente descubierto por Bingham.
Los círculos académicos del Perú se han revoloteado con un debate revisionista. No solo puede ser que Bingham no fuera el heroico pionero que se ha descrito, sino que bien puede ser que la Ciudad Perdida nunca estuviera perdida. Las disputas sobre quién descubrió o redescubrió el sitio sagrado se han tornado muy contenciosas hasta concordar con la frase “Peleas de Machu Picchu”, acuñada por el escritor estadounidense Daniel Buck en alusión a la oda “Alturas de Machu Picchu”. Nadie en el campo de estudios sobre Machu Picchu pone seriamente en duda el hecho que Bingham llegó a las ruinas amortajadas por la vegetación en 1911, las excavó y las fotografió, y en su mayor parte las presentó al mundo. Pero sus pretensiones han sido retadas con el paso del tiempo. “Hiram Bingham nunca pensó que alguien alguna vez investigaría tenazmente sus pasos”, dice Mariana Mould de Pease, historiadora peruana. Poco después que Bingham encabezó sus expediciones a Machu Picchu surgieron reclamos de que un misionero británico Thomas Payne y un ingeniero alemán, J.M von Hassel lo ganaron en llegar allí. Y los mapas encontrados por los historiadores muestran referencias a Machu Picchu ya en 1874.
El reto más reciente viene de un reclamo recientemente publicitado que plantea la posibilidad que un aventurero alemán llegara a Machu Picchu y la saqueara décadas antes que el Sr. Bingham ni siquiera pusiera sus pies en Machu Picchu. Los registros demuestran que un alemán, Augusto R. Berns, compró en los años de 1860 la tierra frente al cerro de Machu Picchu, construyó un aserradero en su propiedad y luego trató de reunir fondos de inversionistas para saquear las ruinas incaicas cercanas, todo ello con la bendición del gobierno del Perú. “La información sobre Berns es tema que requiere de más investigación” dice Jorge Flores Ochoa, un prominente antropólogo peruano. “Hiram Bingham se retrató así mismo como un gran explorador que se aventuraba a los confines de la tierra, pero ello fue una fantasía.
La verdad es otros, muchos otros, llegaron a Machu Picchu bastante antes que él.” Berns, un ingeniero, fue al Perú a trabajar en la Southern Peruvian Raiways. Este año un artículo en la revista South American Explorer por Paolo Greer, un cartógrafo residente en Alaska, dio información adicional sobre Berns, mostrando cómo dejó de cortar los estorbos para el ferrocarril en su propiedad en la década de 1880 y comenzó a tratar de atraer inversionistas a sus empresas para buscar oro y plata en el área.
“Las pretensiones mineras de Berns resultaron inútiles,” dijo Greer en un correo electrónico. “Sin embargo, se pasó años intencionalmente buscando sitios incaicos, empleando a guías locales que estaban familiarizados con él área. Más aún, algunos académicos dicen que Bingham debió conocer las actividades de Berns. Mould de Pease dijo que encontró en los archivos de Yale una Resolución Suprema del gobierno del Perú que autorizaba a Berns a retirar “antigüedades incásicas” del área que pudo incluir Machu Picchu. Ella informó sobre este hallazgo en su libro del 2003. Puesto que este documento estaba entre los papeles del propio Bingham, entonces él sabía que Berns pudo llegar allí primero, dijo ella. Otros se burlan de la posibilidad de que Berns pusiera el pie en Machu Picchu al señalar las discrepancias en los pomposamente redactados prospectos que les enviaba a los inversionistas. En un documento, Berns alude a un antiguo aparato para lavar oro” llamado “llamajcansha” que según él “en los antiguos lenguajes indígenas significaba campo de oro”.
“Es poco probable que los lectores del prospecto en los Estados Unidos hablaran quechua,” hace notar Buck en un ensayo publicado en el diario limeño La República” refiriéndose al idioma indígena hablado en esta parte del Perú. “De otra manera hubieran entendido que llamajcancha significa campo de llamas”.
Buck añade “Berns, estaba vendiendo un montón de bosta de llama.” Los escépticos también dicen que todavía no ha aparecido una prueba sustancial de que Berns hubiera volatizado artefactos de Machu Picchu. Mientras tanto en un esfuerzo por tomar mayor control sobre su patrimonio cultural, el gobierno del Perú dijo el mes pasado que tomará acción legal contra Yale en un esfuerzo por asegurar el regreso de miles de artefactos que el Sr. Bingham se llevó a la Universidad. El Perú reclama que los artefactos habían sido prestados y que por lo tanto debieron devolverse. La amenaza de acción legal es un giro abrupto del preliminar y reciente entendimiento entre Yale y el Perú que parecía haber puesto a las partes en camino a resolver la disputa. Ambas partes en este caso se han apropiado del Sr. Berns como evidencia de apoyo.
Una asistente de Cecilia Bákula, directora del Instituto Nacional de Cultura en Lima, que maneja el sitio de Machu Picchu, dijo que no estaba disponible para comentar. Pero desde la visión de la Sra. Mould de Pease, historiadora, la autorización dada a Berns demuestra que el Perú tiene la soberanía sobre Machu Picchu desde antes que Bingham llegará allí. Para Yale, las revelaciones de que un aventurero anterior tuviera intenciones sobre las ruinas incaicas puede reforzar sus puntos de vista sobre que los objetos retirados por el Sr. Bingham no son tesoros únicos ni artefactos críticamente importantes.
“Es muy posible que todos los tesoros fueran retirados por el alemán, Augusto Berns, muchos años antes que Bingham llegara allí,“ dijo R. Scout Greathead, un abogado que representa a Yale. Para complicar más las cosas, los registros de propiedad indican que trazos de la tierra que incluye a Machu Picchu fueron repetidamente vendidos y comprados por familias del Cuzco antes que llegara el Sr. Bingham.
"Mi bisabuelo Mariano Ignacio Ferro, era el propietario de Machu Picchu cuando Hiram Bingham reclamó para sí haberlo descubierto, e incluso ayudó al estadounidense a encontrar el camino que lo llevó”, dijo Roxana Abrill Núñez, curadora de un museo en el Cuzco que se ha lanzado en una batalla legal de perfil alto para que su familia sea compensada por Machu Picchu. Ella reclama que el estado expropió el sitio sin compensación. Para otros en el Cuzco, las acciones de un alemán alguna vez olvidado por la historia llevan a entender una ciudad que repetidamente pudo haber estar perdida y ser encontrada desde que los incas la abandonaron, incluso si se requirió del trabajo del Sr. Bingham para ubicarla en la imaginación pública.
“Todo lo que sé es que cualquier cosa era posible en los turbulentos años antes que Bingham llegara a Machu Picchu, dijo David Ugarte Vega Centeno un antropólogo de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. “Lo que es cierto es que finalmente la imagen de Bingham está siendo confrontada”, dijo el Sr. Ugarte Vega Centeno, “mientras los descendientes de los grandes constructores de Machu Picchu están trabajando como porteadores de la más reciente ola de viajeros que vienen desde lejos a ver el sitio.”
Los círculos académicos del Perú se han revoloteado con un debate revisionista. No solo puede ser que Bingham no fuera el heroico pionero que se ha descrito, sino que bien puede ser que la Ciudad Perdida nunca estuviera perdida. Las disputas sobre quién descubrió o redescubrió el sitio sagrado se han tornado muy contenciosas hasta concordar con la frase “Peleas de Machu Picchu”, acuñada por el escritor estadounidense Daniel Buck en alusión a la oda “Alturas de Machu Picchu”. Nadie en el campo de estudios sobre Machu Picchu pone seriamente en duda el hecho que Bingham llegó a las ruinas amortajadas por la vegetación en 1911, las excavó y las fotografió, y en su mayor parte las presentó al mundo. Pero sus pretensiones han sido retadas con el paso del tiempo. “Hiram Bingham nunca pensó que alguien alguna vez investigaría tenazmente sus pasos”, dice Mariana Mould de Pease, historiadora peruana. Poco después que Bingham encabezó sus expediciones a Machu Picchu surgieron reclamos de que un misionero británico Thomas Payne y un ingeniero alemán, J.M von Hassel lo ganaron en llegar allí. Y los mapas encontrados por los historiadores muestran referencias a Machu Picchu ya en 1874.
El reto más reciente viene de un reclamo recientemente publicitado que plantea la posibilidad que un aventurero alemán llegara a Machu Picchu y la saqueara décadas antes que el Sr. Bingham ni siquiera pusiera sus pies en Machu Picchu. Los registros demuestran que un alemán, Augusto R. Berns, compró en los años de 1860 la tierra frente al cerro de Machu Picchu, construyó un aserradero en su propiedad y luego trató de reunir fondos de inversionistas para saquear las ruinas incaicas cercanas, todo ello con la bendición del gobierno del Perú. “La información sobre Berns es tema que requiere de más investigación” dice Jorge Flores Ochoa, un prominente antropólogo peruano. “Hiram Bingham se retrató así mismo como un gran explorador que se aventuraba a los confines de la tierra, pero ello fue una fantasía.
La verdad es otros, muchos otros, llegaron a Machu Picchu bastante antes que él.” Berns, un ingeniero, fue al Perú a trabajar en la Southern Peruvian Raiways. Este año un artículo en la revista South American Explorer por Paolo Greer, un cartógrafo residente en Alaska, dio información adicional sobre Berns, mostrando cómo dejó de cortar los estorbos para el ferrocarril en su propiedad en la década de 1880 y comenzó a tratar de atraer inversionistas a sus empresas para buscar oro y plata en el área.
“Las pretensiones mineras de Berns resultaron inútiles,” dijo Greer en un correo electrónico. “Sin embargo, se pasó años intencionalmente buscando sitios incaicos, empleando a guías locales que estaban familiarizados con él área. Más aún, algunos académicos dicen que Bingham debió conocer las actividades de Berns. Mould de Pease dijo que encontró en los archivos de Yale una Resolución Suprema del gobierno del Perú que autorizaba a Berns a retirar “antigüedades incásicas” del área que pudo incluir Machu Picchu. Ella informó sobre este hallazgo en su libro del 2003. Puesto que este documento estaba entre los papeles del propio Bingham, entonces él sabía que Berns pudo llegar allí primero, dijo ella. Otros se burlan de la posibilidad de que Berns pusiera el pie en Machu Picchu al señalar las discrepancias en los pomposamente redactados prospectos que les enviaba a los inversionistas. En un documento, Berns alude a un antiguo aparato para lavar oro” llamado “llamajcansha” que según él “en los antiguos lenguajes indígenas significaba campo de oro”.
“Es poco probable que los lectores del prospecto en los Estados Unidos hablaran quechua,” hace notar Buck en un ensayo publicado en el diario limeño La República” refiriéndose al idioma indígena hablado en esta parte del Perú. “De otra manera hubieran entendido que llamajcancha significa campo de llamas”.
Buck añade “Berns, estaba vendiendo un montón de bosta de llama.” Los escépticos también dicen que todavía no ha aparecido una prueba sustancial de que Berns hubiera volatizado artefactos de Machu Picchu. Mientras tanto en un esfuerzo por tomar mayor control sobre su patrimonio cultural, el gobierno del Perú dijo el mes pasado que tomará acción legal contra Yale en un esfuerzo por asegurar el regreso de miles de artefactos que el Sr. Bingham se llevó a la Universidad. El Perú reclama que los artefactos habían sido prestados y que por lo tanto debieron devolverse. La amenaza de acción legal es un giro abrupto del preliminar y reciente entendimiento entre Yale y el Perú que parecía haber puesto a las partes en camino a resolver la disputa. Ambas partes en este caso se han apropiado del Sr. Berns como evidencia de apoyo.
Una asistente de Cecilia Bákula, directora del Instituto Nacional de Cultura en Lima, que maneja el sitio de Machu Picchu, dijo que no estaba disponible para comentar. Pero desde la visión de la Sra. Mould de Pease, historiadora, la autorización dada a Berns demuestra que el Perú tiene la soberanía sobre Machu Picchu desde antes que Bingham llegará allí. Para Yale, las revelaciones de que un aventurero anterior tuviera intenciones sobre las ruinas incaicas puede reforzar sus puntos de vista sobre que los objetos retirados por el Sr. Bingham no son tesoros únicos ni artefactos críticamente importantes.
“Es muy posible que todos los tesoros fueran retirados por el alemán, Augusto Berns, muchos años antes que Bingham llegara allí,“ dijo R. Scout Greathead, un abogado que representa a Yale. Para complicar más las cosas, los registros de propiedad indican que trazos de la tierra que incluye a Machu Picchu fueron repetidamente vendidos y comprados por familias del Cuzco antes que llegara el Sr. Bingham.
"Mi bisabuelo Mariano Ignacio Ferro, era el propietario de Machu Picchu cuando Hiram Bingham reclamó para sí haberlo descubierto, e incluso ayudó al estadounidense a encontrar el camino que lo llevó”, dijo Roxana Abrill Núñez, curadora de un museo en el Cuzco que se ha lanzado en una batalla legal de perfil alto para que su familia sea compensada por Machu Picchu. Ella reclama que el estado expropió el sitio sin compensación. Para otros en el Cuzco, las acciones de un alemán alguna vez olvidado por la historia llevan a entender una ciudad que repetidamente pudo haber estar perdida y ser encontrada desde que los incas la abandonaron, incluso si se requirió del trabajo del Sr. Bingham para ubicarla en la imaginación pública.
“Todo lo que sé es que cualquier cosa era posible en los turbulentos años antes que Bingham llegara a Machu Picchu, dijo David Ugarte Vega Centeno un antropólogo de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. “Lo que es cierto es que finalmente la imagen de Bingham está siendo confrontada”, dijo el Sr. Ugarte Vega Centeno, “mientras los descendientes de los grandes constructores de Machu Picchu están trabajando como porteadores de la más reciente ola de viajeros que vienen desde lejos a ver el sitio.”
* Esta traducción del inglés al castellano es parte de las acciones cívicas que lleva a cabo la red de trabajo por la conservación cultural y uso social de Machu Picchu que se formó en 1999, cuando el gobierno del Perú quiso instalar un teleférico entre Aguas Calientes, Maquinayoc, Máquina/Aserradero o incluso Saw Mill sin tomar en cuenta las recomendaciones de ICOMOS, UICN y UNESCO.
Desde entonces muchas y muy diversas personas han puesto las condiciones para investigar, estudiar, publicar y difundir la historia -en la más completa acepción de esta palabra- de Machu Picchu; y lo que es más importante para que yo pueda coordinar las acciones en defensa de la autenticidad de esta llacta inca en concordancia con las recomendaciones de UNESCO y el compromiso ético de ICOMOS.
Es así que el gobierno del Perú -según la Contraloría General de la Republica al 2005- aún no ha concluido el proceso formal de inscripción del Santuario Histórico de Machu Picchu en los Registros Públicos del país a nombre del Ministerio de Agricultura y de Educación, dada su doble condición de bien natural y cultural de la humanidad. Esta anomalía ejemplifica las serias dificultades que tiene el Perú para asumir la continuidad histórica de Machu Picchu desde los tiempos de Pachacutec Inca Yupanqui hasta nuestros días como propiedad de la nación peruana, administrada por el estado e inscrita por el gobierno en la Lista del Patrimonio Mundial de UNESCO.
Esta situación ha llevado a que se enjuicie al INC ante la Corte Superior del Cuzco por la propiedad de esta llacta inca con el argumento que según el Código Civil de 1852 fueron sus propietarios José Emilio Abrill Vizcarra y su esposa Tomasa Ferro Vizcarra, quienes en 1929 solicitaron al Patronato de Arqueología del Cuzco la expropiación de los terrenos rurales donde se encontraba Machu Picchu. Las huacas o sitios arqueológicos de la realeza precolombina son propiedad de la nación y administrados por el estado por su origen prehispánico, dado que durante la colonia pasaron a ser propiedad de la Corona Española y el Decreto Ley de 1822 refrendó este derecho y responsabilidad.
El Código Civil de 1852 es también citado por la Universidad de Yale para no devolver a Machu Picchu los materiales arqueológicos que se llevó Hiram Bingham de esta llacta incaica y sus alrededores.
Paralelamente, los descendientes de Julio Zavaleta Flores y Rosa María Zavaleta Álvarez reclaman que el Estado les restituya los terrenos que les fueron afectados por la Reforma Agraria de 1970, aún cuando en su momento cobraron los respectivos bonos. Estos terrenos son ahora el área de amortiguamiento y protección del SHMP.
Ciertamente, es preocupante que en el Perú del siglo XXI haya que demostrar por la vía judicial que ninguna constitución o legislación peruana ha podido alterar esta continuidad histórico jurídica hispano andina, como ya he sustentado en el librito “Machupicchu, antes y después de Hiram Bingham: Entre el saqueo de “Antigüedades” y el “Estudio Científico”, que he publicado –con la colaboración de Martín Romero Pacheco en el Cusco en octubre del 2008. .
Asimismo, cuando en septiembre del 2007 el gobierno del Perú y la Universidad de Yale anunciaron -paralelamente- que habían llegado a un acuerdo mediante un Memoradum de Entendimiento para la devolución a Machu Picchu de los materiales arqueológicos que Hiram Bingham retiró de esta llacta inca y sus alrededores entre 1908 y 1916, de inmediato nos pusimos a estudiarlo desde las más diversas perspectivas y partes del mundo. Esta tarea interdisciplinaria e internacional también dio prontamente a conocer a la opinión pública mundial a través de los medios de comunicación de manera consistente y articulada que dicho documento tergiversa los hechos y acontecimientos.
En esta fase de la tarea -y con riesgo a caer en imperdonables omisiones- quiero mencionar a los doctores en diversas especialidades Benjamín Marticorena, Carlos J. Bustamante, Martín Benavides, Marcos Milla, Jorge Secada, Ruth Shady, Luis G. Lumbreras; al periodista Roberto Ochoa y el Congresista de la República Oswaldo Luizar. En el Cusco el trabajo de los especialistas doctores Jorge Flores Ochoa y David Ugarte Vega Centeno, así como al historiador Martín Romero Pacheco, el educador Carlos Rado, la arqueóloga Bertha Bermudez y la Sociedad Pro Cultura Clorinda Matto de Turner es fundamental. Especial mención merece en el largo plazo de esta tarea interdisciplinaria la empresaria neerlandesa Rita Lammertyn, de Bélgica. En la aclaración de la presencia de Berns en el Perú el aporte de Daniel Back es invalorable e instrumental.
Este trabajo en red de la sociedad conservacionista mundial es el sólido -y permanente- punto de apoyo del gobierno del Perú para sustentar en el corto, mediano y largo plazo de la historia universal la demanda judicial que ha presentado ante la Corte del Distrito de Columbia EEUU contra la Universidad de Yale, con la asesoría legal del estudio de abogados DLA Piper LLP, con sede en Washington DC como han informado los medios de comunicación el jueves 11 de diciembre del 2008.
Consecuentemente, la ocasión es propicia para recordar que:
En 1989 una corte estadounidense rechazó un pedido peruano de devolución de 89 antigüedades precolombinas en base, entre otras cosas, que el gobierno peruano permitía la propiedad privada de antigüedades dentro del Perú, y que por lo tanto en la práctica la ley del patrimonio cultural era en la práctica cumplida sólo como un control de exportación.
El “pretexto internacional”:
El trabajo de combatir el robo y el tráfico de materiales culturales se hace más difícil por lo que un antiguo oficial de policía llama el “pretexto internacional”. La causa de este pretexto -o rendija de escape- se debe a las diferentes concepciones sobre quién es el verdadero y legítimo propietario de bienes que se compran legalmente, pero, subsecuentemente son identificadas como robadas. La Ley Común de Inglaterra y Gales, y los Estados Unidos, tradicionalmente ha favorecido al propietario original. Entonces si un ladrón o un cómplice vende el material robado a una tercera parte y el material es subsecuentemente reconocido como robado, consecuentemente es devuelto a su propietario original y el comprador aún cuando inocente de cualquier delito, bien puede perder el dinero pagado.
(Neil Brodie, Jenny Doole & Peter Watson, 2000: 31)
Este entendimiento jurídico anglosajón es -en este caso- éticamente aplicable dado que:
¿ NAGPRA o la Ley de protección y repatriación de las tumbas de los indígenas estadounidenses (Native American grave protection and repatriation act) se aplica a los ítemes culturales originados fuera de los Estados Unidos? No. Las regulaciones de NAGPRA “sólo se aplican a los restos humanos, objetos funerarios, objetos sagrados o objetos de patrimonio cultural que son indígenas de Alaska, Hawai y de los Estados Unidos continental, pero no a los territorios fuera de los Estados Unidos.
Esta ley fue promulgada en noviembre de 1990 por el presidente George Bush -dicho sea de paso, graduado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Yale-; y, aún cuando su validez se circunscribe todavía a los territorios que son parte de los Estados Unidos, en el tiempo transcurrido desde entonces y habida cuenta que ya tenemos un Tratado de Libre Comercio ha llegado el momento -reitero- para que el Perú sustente ante la Corte de Columbia que la Universidad de Yale debe cumplir incluya el espíritu de esta ley en concordancia con el Código de Ética de la Arqueología Americana.
Este trabajo en red ha hecho posible que el gobierno actual del Perú sea coherente con la política cultural que demanda el pueblo cuzqueño -desde 1912- respecto a Machu Picchu. El recuperar -y publicar- a principios del siglo XXI los principios y criterios científicos y éticos que alentaron al pueblo cuzqueño a mantener viva la historia oral de la decimonónica presencia foránea de Augusto Berns, Georg. M. Hassel, Antonio Raimondi, Charles Wiener, Ephraim George Squier, John Payne, Clements R. Markham y tanto otros en las “Huacas del Inca” en el Valle del Urubamba nos lleva ahora a difundir la urgencia y necesidad de la formación de un centro de documentación y referencia en la Biblioteca Nacional del Perú que en paralelo con el Museo Inka de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco proporcione a los sucesivos gobiernos del Perú la información y los conocimientos conducentes a una política cultural consistente y articulada con la normatividad conservacionista internacional tanto para Machu Picchu como para -en general- el patrimonio cultural material e inmaterial peruano.
Mariana Mould de Pease,
2da. Vicepresidenta de ICOMOS Perú.
2da. Vicepresidenta de ICOMOS Perú.
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