viernes, 31 de julio de 2009

Perú y el Patrimonio Mundial

A continuación, dos textos de la Historiadora Mariana Mould de Pease respecto a problemtáticas actuales de nuestro Patrimonio Cultural; el primero se puede descargar en versión pdf a través de el enlace:


Y el segundo se reproduce a través de su publicación en el diario El Comercio de día de ayer, jueves 30 de julio, en la sección de Opinión [como siempre, basta hacer click en la imagen para agrandarla]:

1 comentario:

Juan De Orellana Rojas dijo...

El Perú es un país extraño. Esperamos que venga un extranjero para mostrarnos la importancia de nuestro patrimonio inmaterial. No me refiero en este caso a las Islas flotantes o los "botes" que se arman con la Totora (Scirpus californicus) sino a la sabiduría que se ha engendrado en el uso de este material propio y endémico, no sólo de Puno, que es el caso del artículo, sino de la costa norte del Perú, donde se la ha utilizado con similar sagacidad. Con ella se arman los "caballitos de totora" que aún son una forma tradicional y patrimonial de pesca, sino que fue utilizada con el mismo criterio de aislante térmico, en este caso, no para el frío sino, contrariamente, del calor, pues se la utilizó para generar una cubierta terciada de varias capas de petates de totora sobre una retícula de "caña brava" (Gynnerium saggitatum) y encima de esta "malla" de totora se colocaba una "torta de barro" Así, el sol inclemente de la costa norte no caldeaba las habitaciones, por la consistencia porosa que tiene; además se la usaba para amarrar las cañas de la quincha prehispánica. Pero este no fue el uso más sabio de este material. Sino que su misma producción agrícola era, ya de por sí, todo un uso importante.
En la ciudadela de Chan Chan y en sus entornos existen afloramientos artificiales de la napa freática alta, a través de excavaciones cuadrangulares por las que se filtraba el agua salada, a modo de pozos. Esta napa freática alta y salada, podría dañar los muros de barro, pero sobre todo los magníficos bajorrelieves que los cubren, al evaporar en la superficie y, por lo tanto cristalizar las sales, microdemoliendo el esgrafiado superficial, pues una sal cristalizada, ocupa mucho más espacio molecular que cuando está en solución acuosa.
Los huachaques servía para el plantío tupido de totora, sea para un posible uso ritual, o no, pero que servía, básicamente, para "fijar" las sales en su fitofisiología. Así, el agua bajaba en su concentración salina y dañaba mucho menos los muros. Además, la tupidez de su sembrado era para evitar que los rayos solares evaporen el agua de los huachaque. Actualmente sucede exactamente esto: Los hucahaques, para que puedan ser apreciados por los turistas, son dejados como "espejos de agua". Así, el sol incide, evapora el agua y la concentración de sales en solución aumenta, con lo que por hidrodinámica, la devuelve a la napa freática, que aumenta su nivel de saturación, incrementando las sales que ascienden, con la humedad, por las paredes de adobe de Chan Chan. Así, aumenta la concentración de cristales de sales en la superficie y la pérdida de la capa superficial por microdemolición se acelera.
Esta propiedad de absorber y de evaporar es propia del adobe y no se puede evitar. Vover a tupir los huachaques con totora sí es posible y así se salvaguarda el monumento. No se trata sólo de salvarlo de las lluvias de los eventuales "Fenómenos del Niño". Tal vez la solución planteada sea muy fácil y barata y los "expertos" la desechen, por esa razón, pero, si deseamos que no retiren a Chan Chan de la Lista del Patrimonio Mundial...Aprendamos del extranjero que viene a aprender de ese patrimonio inmaterial que es la sabiduría de nuestro pueblo.